sábado, 13 de marzo de 2010

The End

Después del The End de las películas comienza la verdadera vida de los protagonistas.

Del aventurero que durante dos horas le has dado aliento desde tu butaca para que se atreva a saltar del acantilado, del niño que por fin encuentra una familia en la que crecer, de la joven retraída que sin quererlo se hace la reina del baile...
Del misterio que te atrapa y del suspense que te eriza la piel, de las risas que te contagian y de las lágrimas que te arrebata una escena que se cuelga en tus recuerdos.


Comienza la vida de ese personaje que te roba tu sentido y le regalas la posibilidad de ser eterno.



Me gustaría agradeceros a todos vuestras lecturas. A los que siguen este blog y a los que, por casualidad, se tropezaron un día con él... A los que tan sólo han leído un par de entradas y a los que me instan a escribir una siguiente cuando las musas se largan con otro...


No quisiera despedirme sin recordar la figura de uno de los Grandes, de aquél que era capaz de despertar al mundo con sus palabras, de una de las mejores plumas de las letras castellanas... Miguel Delibes.


Con su permiso recogeré el comienzo de uno de los mejores libros que he leído, La hoja roja:

La jubilación, dice un amigo de don Eloy, es como la hoja roja del librillo de papel de fumar, que te avisa de que estás llegando al final, en este caso al final de la vida.


La hoja roja de Delibes hace tiempo que salió... Pero hay personas que, como el gerundio, son eternas *.



Contamos con un genio menos...

... y con un ángel más.



Gracias a todos...

Dentro de quince días espero que estos dos años juntos se conviertan en un grato recuerdo.




martes, 9 de marzo de 2010

No puedo mirarte a los ojos


No puedo mirarte a los ojos, por eso tengo que impresionarte de lejos, porque frente a frente es una batalla perdida.

Y a pesar de que soy extrovertido, de que me como el mundo de un bocado y que vuelo en lugar de andar... No puedo mirarte a los ojos.


No sé qué me ocurre. Cuando te veo mis ojos pierden la fuerza y se desmayan hacia el suelo... Mientras una sonrisa se me escapa sin quererlo.

Menos mal que he aprendido a verte sin mirarte, porque el destierro al que estaría condenado sería peor que la sed en el desierto...

Y es que, no puedo mirarte a los ojos, pero no puedo dejar de imaginarme en ellos.

domingo, 28 de febrero de 2010

If I coud see you again

Como decía el maestro: “La vida te la dan, pero no te la regalan”.

Y no es que tengas que pagar un precio por ella o que tengas que empeñar hasta tu alma para poder tirar hacia delante… La mía, al menos, no está en venta. Es solo que, a veces, el guión da un giro inesperado que te remueve por dentro y deja, por un momento, de tener sentido tu papel…

Cuando te dan la vida todo se te aparece como un mundo por descubrir, como un paraíso inexplorado… El problema es que no te informan de qué va la cosa…

Vivir es una responsabilidad. Te ofrecen la vida y ahí te las arregles.
Tuyas son las botas, tuyo es el camino.

Pero párate y vamos, deja de hipotecar tu vida y de encadenarla a miedos irracionales, simplemente sal ahí fuera y comprueba que todo puede ser tan fácil como tú quieras que sea. Si te paras por cada piedra que te encuentres en el camino, vas a perderte a dónde te puede conducir… No se trata de un sprint, ni de ver quién llega el primero, se trata de una carrera de fondo.

Y en esta vida donde todo es reemplazable y desechable...
un día descubres que eso no siempre es cierto...
If I coud see you again *


jueves, 4 de febrero de 2010

X e Y

Érase una vez una historia que no fue tal.

Una historia que comenzó con el Fin y no siguió con el “vivieron felices”.

Todo comenzó, o terminó, cuando X e Y quedaron una tarde tras años de distanciamiento, querían verse de nuevo, pero sobre aquella cita sobrevolaban los fantasmas del pasado. Una sensación en la que sobraban las palabras y faltaba el valor.

Quedaron en el banco de la plaza, donde años atrás habían quedado cada tarde, antes de que a Y le enviaran en misión humanitaria a kilómetros de casa. X seguía pensando en él, pensaba en su amigo de la infancia y su cómplice.

La marcha de Y fue un golpe duro para X, hasta entonces no se había dado cuenta de lo que significaba en su vida. Comenzaron a intercambiarse decenas de cartas donde se contaban lo que les iba sucediendo en el día a día: la última clase en la que X tuvo que reñir a un alumno porque no paraba de tirarle bolitas de papel a su compañero, el último entrenamiento en el campo a las 5 de la mañana de Y

Entre cartas y cartas llegó el día en el que comunicaron a Y su regreso a casa. Entonces Y escribió la última y más sucinta carta a X:

Querida X,

Vuelvo a casa… Te he echado tanto de menos, que cuento las horas para verte de nuevo…

Te quiero.

Y.

Y nunca antes le había dicho que la quería…

Quedaron en el banco de la plaza, como siempre.

X llegó 10 minutos antes y se mantuvo tras una de las esquinas que desembocaban en el cruce de caminos.

Y llegó puntual y se metió en una cafetería donde podía ver el banco tras el cristal.

La tarde iba cayendo, las farolas pronto comenzaron a reemplazar al sol y poco a poco la gente fue abandonando la plaza. El silencio iba haciendo su propio eco.

X tuvo miedo de salir tras la esquina.

Y no tuvo el valor de abandonar el café.

X e Y siguen escondidos.

Perder el pulso frente al miedo es la más indigna de las derrotas.

domingo, 31 de enero de 2010

Cuando la literatura tiene género epistolar



"Leer buenos libros te impide disfrutar de los malos"

No sé si fue ésta la frase que me incitó a lanzarme a leer compulsivamente el libro, o su impactante título "La Sociedad Literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey", pero sin duda ha sido uno de los hallazgos más interesantes de los últimos meses.

La novela basada en el género epistolar y escrita a cuatro manos, nos sitúa en la Inglaterra de la posguerra (1946). La escritora Juliet Ashton, que reside en Londres, recibe la carta de un desconocido miembro de esa curiosa sociedad literaria, y este hecho posteriormente llevará a nuestra protagonista a la Isla de Guernesy, situada en la zona del Canal de la Mancha.

A través de las cartas la autora nos moverá en el tiempo con gran maestría, y descubriremos con Juliet como se vivía antes, durante y después de la ocupación nazi en la Isla. La guerra una vez más como telón de fondo, pero la historia es transportable a cualquier guerra, pues sólo a través de situaciones límite podemos descubrir lo mejor y lo peor del ser humano.


Se trata de un libro con referencias constantes a grandes obras y autores: Wilkie Collins, las hermanas Brönte, Wilde o Charles Lamb, e incluso a clásicos como Séneca. Las pequeñas cartas te harán reír y llorar en un mismo párrafo...



Juliet Ashton terminará conquistándote. Una mujer inteligente, con un humor irónico y con ideas adelantadas a su época:

"Te lo juro, Sophie, creo que hay algo en mí que no va bien. Todos los hombres que conozco son insoportables, quizás no debería apuntar tan alto, tampoco tan bajo como el doctor canoso que chasquea la lengua, pero bajar un poco el listón, sí. Ni si quiera puedo echar la culpa a la guerra... nunca se me han dado bien los hombres, ¿verdad? [...] No quiero estar casada sólo por estar casada. No hay nada que te haga sentir más sola que pasar el resto de la vida con alguien con quien no pueda hablar, o peor, con alguien con quien no se pueda estar en silencio"
Y por supuesto por sus referencias a la Literatura:
"Esto es lo que me encanta de la lectura; en un libro encuentras un detalle diminuto que te interesa, y este detalle diminuto te lleva a otro libro, y algo en ése te lleva a un tercer libro. Es matemáticamente progresivo; sin final a la vista, y sin ninguna otra razón que no sea por puro placer"

miércoles, 27 de enero de 2010

Querida Juliet,

Recuerdo cuando tocabas a solas, en la pequeña salita de casa de tus padres. Iba a recogerte para dar un paseo por la plaza, ¿lo recuerdas? Siempre tenía que esperarte. "La música me atrapa y no me deja marchar", me decías risueña mientras me besabas.
La música era tu pasión y yo sólo el descanso entre partitura y partitura. Me sentía el hombre más afortunado del mundo, sin embargo.
Para mí, la felicidad solo podía llevar tu nombre.
He pasado mi vida junto a ti, aún antes de conocerte y hasta ahora, cuando tu presencia inconexa te roba los recuerdos, sigo pensando que mi existencia tiene sentido porque sigues a mi lado.
Sé que cuando cada mañana te repito tu nombre, el mío, el de los chicos, cuando te digo que eras el primer violín de muchas composiciones, cuando te enumero los miles de sitios que hemos visitado juntos, las miles de cartas escritas testigos de nuestro amor... Me sonríes, simplemente me sonríes... Y tu sonrisa ingenua y desmemoriada me parte el alma...
Sin embargo, no tienes de qué preocuparte porque yo podré con el peso de los recuerdos por los dos, yo te seguiré repitiendo cada mañana tu nombre, el mío, el de los chicos, te diré mil veces lo mucho que te quiero... para asegurarme que ni un solo segundo te sientas perdida y olvidada.
Cada día escribiremos una página nueva, sin tener en cuenta el resto, como si ésa fuera la única página de nuestra vida.
Un afectuoso beso. Tuyo por siempre,
Joseph

domingo, 24 de enero de 2010

Celine


Celine escribe cartas cada noche antes de acostarse.

Cartas en las que cuenta los detalles de su última actuación, la gran ovación recibida tras finalizar su interpretación, cuenta cómo es el perfume de las flores que recibe en su camerino, las tarjetas que las acompañan con mensajes como: Para una musa entre mortales…

Describe en sus cartas con exhaustividad la delicadeza de las telas con las que ha confeccionado su nuevo vestido, burdeos, tenue pero distinguido, los zapatos de satén… Pequeños rubíes engarzan sus muñecas.

Cada noche plasma sus triunfos en hojas en blanco para que sean eternos. Cartas eternas. Eternidad guardada en un cajón sin destinatario.

Celine se mira en el espejo y piensa: Algún día, me devolverán el resto de mi vida y todo será posible. Algún día la realidad escribirá por mí.