sábado, 13 de marzo de 2010
The End
martes, 9 de marzo de 2010
No puedo mirarte a los ojos
Y a pesar de que soy extrovertido, de que me como el mundo de un bocado y que vuelo en lugar de andar... No puedo mirarte a los ojos.
Menos mal que he aprendido a verte sin mirarte, porque el destierro al que estaría condenado sería peor que la sed en el desierto...
Y es que, no puedo mirarte a los ojos, pero no puedo dejar de imaginarme en ellos.
domingo, 28 de febrero de 2010
If I coud see you again
Y no es que tengas que pagar un precio por ella o que tengas que empeñar hasta tu alma para poder tirar hacia delante… La mía, al menos, no está en venta. Es solo que, a veces, el guión da un giro inesperado que te remueve por dentro y deja, por un momento, de tener sentido tu papel…
Cuando te dan la vida todo se te aparece como un mundo por descubrir, como un paraíso inexplorado… El problema es que no te informan de qué va la cosa…
Vivir es una responsabilidad. Te ofrecen la vida y ahí te las arregles.
Pero párate y vamos, deja de hipotecar tu vida y de encadenarla a miedos irracionales, simplemente sal ahí fuera y comprueba que todo puede ser tan fácil como tú quieras que sea. Si te paras por cada piedra que te encuentres en el camino, vas a perderte a dónde te puede conducir… No se trata de un sprint, ni de ver quién llega el primero, se trata de una carrera de fondo.
Y en esta vida donde todo es reemplazable y desechable...
jueves, 4 de febrero de 2010
X e Y
Érase una vez una historia que no fue tal.
Una historia que comenzó con el Fin y no siguió con el “vivieron felices”.
Todo comenzó, o terminó, cuando X e Y quedaron una tarde tras años de distanciamiento, querían verse de nuevo, pero sobre aquella cita sobrevolaban los fantasmas del pasado. Una sensación en la que sobraban las palabras y faltaba el valor.
Quedaron en el banco de la plaza, donde años atrás habían quedado cada tarde, antes de que a Y le enviaran en misión humanitaria a kilómetros de casa. X seguía pensando en él, pensaba en su amigo de la infancia y su cómplice.
La marcha de Y fue un golpe duro para X, hasta entonces no se había dado cuenta de lo que significaba en su vida. Comenzaron a intercambiarse decenas de cartas donde se contaban lo que les iba sucediendo en el día a día: la última clase en la que X tuvo que reñir a un alumno porque no paraba de tirarle bolitas de papel a su compañero, el último entrenamiento en el campo a las 5 de la mañana de Y…
Entre cartas y cartas llegó el día en el que comunicaron a Y su regreso a casa. Entonces Y escribió la última y más sucinta carta a X:
Querida X,
Vuelvo a casa… Te he echado tanto de menos, que cuento las horas para verte de nuevo…
Te quiero.
Y.
Y nunca antes le había dicho que la quería…
Quedaron en el banco de la plaza, como siempre.
X llegó 10 minutos antes y se mantuvo tras una de las esquinas que desembocaban en el cruce de caminos.
Y llegó puntual y se metió en una cafetería donde podía ver el banco tras el cristal.
La tarde iba cayendo, las farolas pronto comenzaron a reemplazar al sol y poco a poco la gente fue abandonando la plaza. El silencio iba haciendo su propio eco.
X tuvo miedo de salir tras la esquina.
Y no tuvo el valor de abandonar el café.
X e Y siguen escondidos.
Perder el pulso frente al miedo es la más indigna de las derrotas.
domingo, 31 de enero de 2010
Cuando la literatura tiene género epistolar
"Leer buenos libros te impide disfrutar de los malos"
No sé si fue ésta la frase que me incitó a lanzarme a leer compulsivamente el libro, o su impactante título "La Sociedad Literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey", pero sin duda ha sido uno de los hallazgos más interesantes de los últimos meses.
La novela basada en el género epistolar y escrita a cuatro manos, nos sitúa en la Inglaterra de la posguerra (1946). La escritora Juliet Ashton, que reside en Londres, recibe la carta de un desconocido miembro de esa curiosa sociedad literaria, y este hecho posteriormente llevará a nuestra protagonista a la Isla de Guernesy, situada en la zona del Canal de la Mancha.
"Te lo juro, Sophie, creo que hay algo en mí que no va bien. Todos los hombres que conozco son insoportables, quizás no debería apuntar tan alto, tampoco tan bajo como el doctor canoso que chasquea la lengua, pero bajar un poco el listón, sí. Ni si quiera puedo echar la culpa a la guerra... nunca se me han dado bien los hombres, ¿verdad? [...] No quiero estar casada sólo por estar casada. No hay nada que te haga sentir más sola que pasar el resto de la vida con alguien con quien no pueda hablar, o peor, con alguien con quien no se pueda estar en silencio"
miércoles, 27 de enero de 2010
Querida Juliet,
domingo, 24 de enero de 2010
Celine
Cartas en las que cuenta los detalles de su última actuación, la gran ovación recibida tras finalizar su interpretación, cuenta cómo es el perfume de las flores que recibe en su camerino, las tarjetas que las acompañan con mensajes como: Para una musa entre mortales…
Describe en sus cartas con exhaustividad la delicadeza de las telas con las que ha confeccionado su nuevo vestido, burdeos, tenue pero distinguido, los zapatos de satén… Pequeños rubíes engarzan sus muñecas.
Cada noche plasma sus triunfos en hojas en blanco para que sean eternos. Cartas eternas. Eternidad guardada en un cajón sin destinatario.
Celine se mira en el espejo y piensa: Algún día, me devolverán el resto de mi vida y todo será posible. Algún día la realidad escribirá por mí.