Qué diferente resulta ser todo lo imaginado.
Cuando era pequeña, me gustaba inventar cómo sería mi vida... la veía tan larga, tan intensa y sobre todo tan ideal, que a medida que pasan los años y me voy dando cuenta lo lejos que queda esa imagen onírica, el sentimiento de pesar es cada vez mayor.
Pesar, porque no se cumple lo que una niña de 8 años imaginaba... pesar, porque en lugar de vivir el presente y hacerlo a mi medida, intento vivir esos flashes que de pequeña diseñaba. Vivir una vida que no existe más que en la mente de una niña... y sentirme incompleta porque no la consigo. Porque no la consigo...
Luego miro a mi alrededor y tampoco resultan ser las vidas que me rodean, aquello diseñado hace años... no me gusta... Quizás sea mío el problema y resulte que la vida no es una película con final feliz, quizás tenga que aprender a vivir y dejar de soñar, o quizás sea todo lo contrario y tenga que ponerme gafas de sol en los días nublados...
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