Hoy quiero contarte que he tenido un mal día. Uno de esos en los que alzas la vista y miras cara a cara al cielo y piensas: "¿Qué estará pasando allá arriba?" y sobre todo: "¿Por qué a mí?". No habrá personas con las que compartir las fatalidades... No, todas parece que hoy se concentran en mi persona.
Y es que parece que hoy las cámaras me enfocaban a mí y quieren echar unas risas a mi costa, pero ¿quién está al otro lado?.
Me he levantado tarde y mal, el despertador se quedó dormido. Me he duchado deprisa y corriendo, han cortado el agua por una avería y me he tenido que aclarar el pelo con agua mineral (era eso o Trina de naranja) He salido pitando sin desayunar, he cogido el autobús y he llegado a mi trabajo. A mi jefe no le parecía que mi artículo tenía "el suficiente gancho", por lo que me ha mandado "reajustarlo" de arriba a abajo (toda una obra de rehabilitación)...
Cuando bajaba en el ascensor iba pensando que me iba a quedar atrapada entre la planta 14 y la 13, afortunadamente no ha sucedido... Tan sólo al salir del portal un gracioso me ha salpicado con su Ford, derrapando sobre un charco y le ha regalado unos preciosos lunares a mi falda blanca...
Y, el broche de oro, hoy le he visto de la mano de otra... y lo peor, él nos ha visto también, a mí y a mi falda.
Sin embargo, te diré... que al mundo le importa un bledo mi vida, que sigue girando, que ni se inmuta... Él va a lo suyo, no echa la vista a ver si seguimos todos bien, sigue dando vueltas a aquella estrella. Un puntito azul girando alrededor de otro más brillante, perdido en un mar negro con millones y millones de puntitos... donde no existen límites, donde no existen relojes traidores, ni conductores ineptos que quieran customizar tu ropa.
Donde no existan días malos... pero tampoco buenos...
A veces, es mejor alzar la vista al cielo,
mirarle cara a cara y decirle:
"Quizás mañana me ría yo de ti"
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