jueves, 23 de julio de 2009

Dulces tardes de verano


A Suri le gustaba hacer pompas de jabón en el rellano de la escalera, mientras Renata tendía la ropa. Le gustaba mirar cómo aquella mujer de piel oscura se empinaba hasta llegar hasta la última cuerda mal anudada al garfio de alambre que se sujetaba instintivamente a la pared. Las sábanas blancas absorbían la luz del sol, se la robaban a Renata, pensaba Suri.



Las tardes de verano en aquel remoto lugar podrían ser insulsas para cualquier niño, sin embargo Suri disfrutaba observando la fila de hormigas que trepaban por la pared desconchada, mientras en cuclillas, intentaba acercarse más y más para ver cómo llevaban trozos de pipas a sus diminutas espaldas.


Cuando temprano la gente peregrinaba hasta la iglesia del pueblo, ella subía corriendo a la buhardilla, abría el viejo baúl de madera tallada y sacaba todas las fotografías que guardaban allí. Sentada, con las piernas estiradas y con las fotos esparcidas cuidadosamente por el suelo, Suri miraba aquellos rostros sepias, sosteniendo altivamente sombreros con grandes plumas y gorras con galones...

La voz de Renata rompía el hilo invisible que hilaba las mil historias que se entretejían en la mente desbordante de Suri...



... Recuerdo mis tardes de verano...con vosotros...

mis dulces tardes de verano

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Me gustó la historia!Un saludito!

Favio dijo...

que bonito es recordar miles de historias que nunca sucedieron (...)


io hacía eso de peque, me sentaba y recordaba el mundo no como es, sino como io creía que debía haber sido :)



saludos!!