lunes, 12 de octubre de 2009

Me mordí la voz

No te vayas, aún puedo quererte… Me dijiste cuando ya mi corazón estaba hecho jirones, cuando ya las puntadas no podían remendar el vacío de no tenerte. Te tenía sí, pero ya no eras mía.

Dejaste de serlo el día en el que dejaste que tu alma saliera a pasear sola, cuando buscaba en mundos ajenos aquello que no encontraba en éste, te fuiste y sin embargo podía seguir viéndote.

Algunas vidas se cruzan, pero las nuestras colisionaron, y quizás la misma fuerza que nos unió es ahora la que intenta, irrefrenablemente, separarnos.


La Eternidad dijo una vez que había cruzado océanos de tiempo para encontrarte… Ahora el tiempo se me desliza entre los dedos y como un simple espectador que no puede cambiar el guión, veo como te alejas de mí.

Las mujeres tenéis un instinto infalible para saber cuando alguien se está enamorando perdidamente de vosotras. Y quizás, por eso te adoraba más, por esa estupidez eterna de perseguir a los que nos pueden hacer daño.

No pretendo cambiar el curso de las cosas, ni tan siquiera seguirlo… Me conformo con saber que he podido caminar junto a ti, aunque nunca lograra seguir tu paso.

Ayer recogí mis recuerdos y los empaqué en una caja. Me fui sin hacer ruido, como llevaba viviendo estos últimos meses, tenía tantas cosas que decirte, tantas… que tal vez alguna, por muy efímera que fuera, podría haber hecho que permanecieras un instante más junto a mí…

Sin embargo, me mordí la voz.

1 comentario:

MORZAFILOSA dijo...

Que sentimiento vacío queda, cuando el desamor toca la puerta. Hermosa, sencilla y bella tus palabras...