domingo, 27 de julio de 2008

Encontrándome

Apoyó un pie en el suelo, buscando la zapatilla torpemente, se incorporó y ayudándose de sus brazos tomó el impulso necesario para ponerse en pie.
Estaba aún dormida, era fin de semana y se había acostado tarde.


Llegó al baño arrastrando prácticamente los pies, mientras se frotaba los ojos aún hinchados… Con la mirada entornada vio su reflejo en el espejo, quedó mirando aquel cabello alborotado, aquellas ojeras que sostenían sus acuosos ojos, y se dijo para si: ¿quién eres?

No sabía si aquello sería consecuencia de la copa de más que se tomó la noche anterior o si por el contrario estaba más lúcida que nunca. Si a pesar del recuerdo constante del sus excesos, que el repicar continuo de su cabeza le hacía no olvidar, fuera en aquel preciso momento cuando Alba se hizo
la pregunta.

Siempre hay un momento en el que no reconoces a esa persona que aparece en el espejo cuando tú estás enfrente, y no ya porque hayas actuado de forma totalmente dispar a tu habitual actitud, sino más bien, porque no sabes quién eres. Algo más allá del simple reconocimiento, algo que te hace definirte, que te hace plantarte cara a ti mismo y averiguar quién demonios eres.

Bajó la mirada, abrió el grifo y se lavó la cara, cogió la toalla con los ojos aún cerrados, se secó y volvió a mirar su reflejo. Quedó así unos segundos, sus labios comenzaron a dibujar una leve sonrisa:

- Soy Alba, encantada de conocerte.

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