miércoles, 19 de marzo de 2008

Y es que los sueños... sueños son...


Me desperté de repente, con el corazón inquieto, parecía tan real… Y es que los sueños, a veces, se muestran tan tangibles, que los somatizas y vives esas experiencias, que temerosas se ocultan tras las sábanas.

Suelo recordar cada mañana lo que he soñado, es algo que me pasa desde pequeña… No necesito pararme a recordar, ni pensar nada. El sueño me despierta y me da los buenos días.

Dicen que es el subconsciente materializado en un mundo irreal, dicen que son tus temores, pasiones, vivencias, ideales… los que por la noche se transforman, te sitúan en la mejor butaca, apagan la luz y te muestran realmente quién eres. Es como ir al cine, pero en este caso, puede que las palomitas se te atraganten cuando el sol llame a tu ventana. Quizás descubras cosas que no te gusten, o quizás vivas más en ellos que en la realidad…

...Que te muestres más decidido, más valiente, más osado... que te muestres cómo realmente te gustaría ser... O que te muestres como realmente eres, y quedarte atrapado en ellos...

Sin embargo, hay aspectos ocultos en nuestra personalidad, que ni nosotros mismos llegamos a descubrir, que necesitamos la ayuda del otro para verlos. Ni sueños ni espejos nos mostrarán como somos, porque una parte de nosotros está ligada, ineludiblemente, al otro, al que te mira, al que te escucha... Es nuestra parte ajena. Es otra de las caras, de las innumerables caras que conforman nuestro ser, que pertenece al otro... Pero que sin ella, sin esa mirada reflejada, no terminaríamos de hilvanar la amalgama de piezas de nuestra personalidad.



A veces, crees que te faltan piezas...



No hay comentarios: