domingo, 6 de abril de 2008

Como yogures, con fecha de caducidad





Hoy he escuchado en la televisión una noticia que me ha hecho cuestionarme un par de cosas. ¿Existe el destino? o sólo son banales casualidades... Se trataba de un superviviente de dos atentados de origen islamista en nuestro país. El primero de ellos hace 23 años en una cafetería, y el segundo el hecho que conmocionó a nuestro país más recientemente, el 11M. Un hombre, que estuvo el día, lugar y momento preciso, un hombre que expuso su vida inconscientemente dos veces, un hombre que, paseándose ante la muerte, ha logrado burlarla.




He pensado muchas veces sobre este tema, sobre si realmente tenemos nuestra vida marcada, si al nacer nos tatuan con tinta invisible nuestra existencia, y como simples títeres seguirmos los pasos ya marcados... uniendo nuestra huella a dicho paso y sellando así nuestro destino. Dejando recorrer la pupila sobre las letras de nuestro futuro...


Sería una visión muy simplista. Es decir, ¿qué es lo que debo hacer? ¿Nada? Si todo está marcado ese "nada" también estará escrito... Si en cambio muevo ficha... ¿tampoco será un movimiento propio? Lo que para unos puede servir de un lastre psicológico, una mordaza a tu voluntad, para otros puede ser el colchón emocional que les permita avanzar sin miedos a errores, sin reflexionar con temor a sus acciones... Al fin y al cabo, si todo está escrito... Qué temer...


No me da miedo equivocarme, me da miedo no permitirme hacerlo...

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